Bitácoras

 Mi tesis de licenciatura en artes plásticas esta integrada por dos bitácoras: Bitácora de un mono y Chirimusan; y tres pequeños libros: El teórico, El artista y El hacedor, que son una recopilación de reflexiones acerca de las mismas.

En principio estas bitácoras fueron una búsqueda para representar el proceso creativo de una artista. Dicha búsqueda tiene como idea central que el arte es una actividad reflexiva que genera conocimiento a través de la experiencia, no únicamente como obra de arte/objeto, sino como una manera a través de la cual configurar la realidad, es decir, como una herramienta para conocer y reconectarnos con el mundo.

El mundo interior de estas bitácoras parte de tres experiencias concretas: la visita a Chiltoyac, una comunidad alfarera de Veracruz; un viaje y estancia artística en Bolivia; y el regreso –los regresos- a la Ciudad de México. Cada una de estas experiencias está atravesada por una inquietud fundamental en cuanto a mi actividad como artista, en cuanto a nuestra capacidad de concebir un orden del mundo tomando como punto de partida una experiencia cotidiana, y a la vez creativa, en suma, en cuanto a la función del arte.

En Chiltoyac comencé con la primera bitácoras; mi idea era expresar a través de dibujos mi acercamiento a la experiencia plástica/creativa en otros contextos, es decir, fuera de las ciudades y de las instituciones, tomando en cuenta lo que sentía en el constante entrar y salir de la comunidad y de la ciudad.

Fue a partir de la idea de bitácora como experiencia estetizada que pude reconocer al arte, en este caso al dibujo, como una herramienta para conocer el mundo, y como resultado de este develar el mundo a través del dibujo, la posibilidad de un vínculo con el mismo a través de dicha actividad.

De esta primera experiencia en Chiltoyac surge la primera parte de Bitácora de un mono; de ahí todos los dibujos de mono que aludían a las reflexiones sobre el origen –de la experiencia plástica-, y de la postura como pauta para reflexionar sobre el sentido del arte.

En principio, la Bitácora de un mono fue el registro, a partir del dibujo, de la experiencia con el barro en Chiltoyac. Dicha experiencia también contemplaba el constante salir de la comunidad y entrar a la ciudad. Fue este último factor, el motor que dio continuidad a la Bitácora de un mono cuando me fui de la comunidad, cuando me quedé en la ciudad y aún después, cuando volví de Bolivia. Entonces la segunda parte de Bitácora de un mono devela los regresos a la Ciudad de México; lo que pude traer de la comunidad a la ciudad.

Las reflexiones hechas durante el tiempo en Chiltoyac sobre el sentido del arte ampliaron la Bitácora de un mono; la bitácora continuó como registro de la elaboración  de una obra, como consecuencia de dicha experiencia en Chiltoyac.

Estos cuestionamientos iniciales sobre la utilidad del arte y el sentido de sacralizar la vida, dieron pie a esta la segunda parte de Bitácora de un mono, la cual registra la creación de un altar a la Virgen de Guadalupe, en la esquina de mi casa en la Ciudad de México. Dicho altar fue colocado el 12 de diciembre del 2010, y resulta ser el final de mi tesis.

http://issuu.com/megustapintar/docs/bit_cora_de_un_mono3

A Bolivia fui después de Chiltoyac, y fui como había ido a la comunidad, a buscar orígenes, pero en este caso, era una etnografía hacía dentro de mí, de mi historia.

Chirimusan es el registro de dicha experiencia; una estancia artística que resultó la continuación de preguntas que habían nacido de la exploración del arte como una herramienta para concerme a mí misma. Bolivia fue el cierre de una representación que atendía a una mirada interior con cierto caracter terapeútico (el acto mismo de dibujar) e introspectivo. Paisajes autobiográficos, antropomórficos, simbólicos y metafóricos, develándose en formas orgánicas que representan al río de la consciencia sobre el yo y el mundo.

http://issuu.com/megustapintar/docs/chirimusan

Algunas de las imágenes de las bitácoras responden a la necesidad de generar narrativas significativas (aunque no supiera aún qué significan esas narrativas); porque finalmente mi trabajo no emana del exterior, como producto de mis investigaciones, más bien depende de poner atención a lo interior que estoy articulando.

Añadidos a estas dos bitácoras, presento tres pequeños libros: El Teórico, El Artista y El Hacedor; tres voces reflexivas que acompañan a los cuadernos; tres diálogos que reflexionan sobre el acto de dibujar; o tres acciones diferentes (pensar, hacer y crear) que se cruzan en el dibujo.

Estos tres textos son la recopilación de reflexiones, propias y ajenas, durante el proceso de la tesis. Son el espacio de un viaje. Sus límites y fronteras están cambiando todo el tiempo. Fragmento a fragmento va revelando un significado que no obedece al orden de las conclusiones, sino al orden del proceso. Por momentos, el texto es casi una imagen. Y por momentos las imágenes se leen como textos. Éstos son, pues, un ensayo reflexivo sobre un proceso: una bitácora. Y, puesto que es reflexivo, no sigue los pasos de un desarrollo acabado. Está siempre en camino. Nunca se acaba.

Febrero del 2011,
Ciudad de México.

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